Talleres de Afectividad
En los Talleres de Afectividad, se trabajará el cuidado de uno mismo y con el otro. En biodanza tomamos la Afectividad como eje central del proceso de integración de cada individuo, siendo la ternura y la caricia los elementos fundamentales en toda su vida.
Proponiendo la ternura como fuente de la salud original y factor terapéutico de integración.
Esta línea de vivencia está vinculada a la protovivencia de nutrición y continente amoroso, la protección y el cuidado sereno y contenedor, la sonrisa y la comunicación con el resto del grupo y nuestro entorno más cercano.
En un principio irá íntimamente ligada a la Vitalidad, en los juegos compartidos y situaciones lúdicas, para posteriormente en situaciones de reposo se trabaje más la afectividad.
Activar este potencial consiste en despertar el niño interior que llevamos trabajando el respeto cariñoso por el otro, guiarlo a descubrir el valor de la amistad y solidaridad, a desarrollar la iniciativa y la receptividad necesarias para crear vínculos, así como activar sus capacidades de dar y recibir continente.
Para ayudar a abrir este canal de desarrollo afectivo, los ejercicios relacionados con:
- Ejercicios de afectividad individual y grupal
- Caminares en pareja, en grupo
- Ronda de mecimiento, de fluidez en grupo
- Lluvias de caricias, caricias de cabello, manos, masajes
- Abrazos contenidos.
- Autoacariciamiento, caricias de espalda en pares, en grupo…
- Ejercicios de comunión y respeto por el compañero y por el grupo

¿Por qué es importante la ternura
La ternura humana tiene una indudable acción terapéutica. Pero en el vínculo primordial, y antes de llegar a ser una fuerza sanadora, es el nexo que estructura la vida, el continente amoroso que moldea las bases de la identidad.
Cada vez más estudios avalan el valor terapéutico de la caricia.
En biodanza se considera que el factor renovador y reparador por excelencia lo constituye la caricia con ternura.
Apoyando esta postura tomamos a Michael Balint, quien destaca la importancia del amor primario dado entre la madre y el hijo. El contacto tierno, íntimo con la madre en el primer tiempo de vida, deja una huella de integración y plenitud a lo largo de toda la existencia. Y la ausencia de este contacto amoroso deja una herida en la identidad.
De esta forma, la capacidad de conexión se establece tempranamente y se afianza durante la infancia. A partir de este primer vínculo se desarrolla la función que permite establecer lazos íntimos en las distintas etapas de la vida. Y es en la relación con los padres (o sustitutos), que son quienes brindan contención, protección, consuelo y apoyo, que se estructura la “Base Segura” de una Identidad integrada.
Cuando hay una ruptura en el “amor primario” nos encontramos con una herida, a la cual Balint denomina “Falla Básica”, manteniéndose altamente activa toda la vida.
Se suman a estos aportes teóricos, el descubrimiento de la Red Neuronal de la Ternura, la misma interpreta la carga emocional de una caricia, activándose solamente cuando las neuronas perciben amor.
Cuando iniciamos un grupo de Biodanza se establece un nexo afectivo entre las personas, basado en la confianza, profundo respeto y cariño. En este contexto es posible dar y recibir una caricia íntima, confiable, la cual para las personas es reparadora de las heridas profundas de su identidad y a la vez, renovadoras de su energía vital; proceso que en Biodanza llamamos “reparentalización”.